Hace aproximadamente medio siglo, en España nadie llamaba rosados a unos vinos que estaban a medio camino entre los blancos y los tintos. Existía el clarete que dependiendo de su procedencia variaba su intensidad de color. Las primeras marcas de nuestro país que adoptaron el término “rosé” (rosado), fueron “Las Campanas” y “René Barbier” en los años 50, aprovechando la fuerte popularidad del rosé de Provence y de Bearn, entre otros.
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